LA LEYENDA
La recuperación de los restos
Desde el mismo momento en que desapareció bajo las aguas del Atlántico Norte, la búsqueda del «buque de los sueños» se convirtió en el objetivo de oceanógrafos, historiadores, cazadores de tesoros, investigadores e incluso hombres de negocios de todo el mundo.
Tras muchas investigaciones, el primero de septiembre de 1985 a la 1:05 de la mañana, el Titanic fue localizado en su tumba en el fondo del mar, a casi cuatro kilómetros de profundidad en el Atlántico Norte, a unos 800 kilómetros al sudeste de la costa de Nueva Escocia, en Canadá.
Una expedición franco-americana liderada por Jean Jarry, del Instituto Francés para la Investigación Marítima (IFREMER), y por Robert Ballard, del Instituto Oceanográfico de Woods Hole, había conseguido filmar al Titanic por primera vez en su lecho final.
Al año siguiente comenzaron las primeras expediciones de investigación y recuperación, gracias a las cuales se ha podido recuperar y preservar un gran número de objetos originales, para su exposición al gran público.
Los primeros objetos fueron recuperados en 1987; aunque no fue hasta 1993 cuando se autorizó legalmente a la compañía de George Tulloch, RMS Titanic, para continuar con la operación de salvamento de objetos, con la estipulación de que ninguno de ellos fuera vendido para beneficio de dicha empresa.
En una generación, quizás en dos, la erosión y la actividad bacteriana se cobrarán su peaje y los restos desaparecerán, consolidando con ello el mito y la leyenda.
Precisamente es labor de Titanic the Exhibition preservar esa magia, la belleza, la historia y la integridad del Titanic, llevando, a través del continente, su memoria con la dignidad y el respeto que merece, así como el significado marítimo, histórico y, sobre todo, humano, del buque.