LA LEYENDA
SOS. Las mujeres y los niños primero
Rápidamente se envía la señal de socorro, el SOS, captada por el buque Carpathia… a 58 millas (107 kilómetros). Tardará, al menos, 4 horas en llegar y, para entonces, será muy tarde para la gran mayoría, centenares, de almas que caen o se lanzan, presas del miedo, a las gélidas aguas del Atlántico Norte, a una temperatura de entre 0 y 2 grados centígrados.
Veinticinco minutos después del accidente comienza la tarea de arriar los botes salvavidas; insuficientes para poner a salvo a las 2207 personas que viajaban a bordo, entre pasajeros y tripulación.
El barco se escora cada vez más y las escenas de pánico, pero también de heroísmo, se suceden en la cubierta y en el interior del RMS Titanic, donde, a medida que el agua inunda sus estancias, los pasajeros, en principio reticentes a desalojar el buque por considerarlo innecesario, comprenden la gravedad del accidente.
Al salir el último bote, quedan en el Titanic más de 1500 personas. Mientras este se aleja de la zona, la proa del Titanic se sumerge bajo el agua, a la vez que la popa se eleva, hasta alcanzar los 45 grados de inclinación. Muchos caen o se arrojan a las heladas aguas, avocados a un terrible desenlace. Y el fin llega irremediablemente.
El Titanic se parte en dos y la proa se hunde hasta el fondo abisal. La popa, en un último esfuerzo por permanecer a flote, se mantiene, vertical, durante unos minutos. Y después, la oscuridad y un silencio ensordecedor, solo roto por los gritos de socorro cada vez más tenues de algunos supervivientes.
El Carpathia llegó a las cuatro de la mañana y comenzó inmediatamente a rescatar a pasajeros de los botes.
Un total de 712 personas lograron sobrevivir. Otras 1496 no pudieron hacerlo.